En la última recepción de la reina Isabel II, al nuevo primer ministro, no ha pasado desapercibido un peculiar detalle.
Para que el nombramiento se hiciera efectivo, el nuevo primer ministro Boris Johnson, tiene que ser investido por la reina, que le recibió en audiencia en el Palacio de Buckingham con un apretón de manos y un bolso negro colgando de su antebrazo.
Este complemento es el que ha sido el detalle al que todos los asistentes han dirigido sus miradas, ya que la monarca se encontraba en su casa. Más que para guardar sus pertenencias personales, el bolso es de gran relevancia, ya que forma parte del código que utiliza para comunicarse con sus empleados.
Según el historiador real Hugo Vickers, señalaba que “sería muy preocupante si estuviera hablando con la reina y viese cómo se cambia el bolso de una mano a otra. Esa es la señal que la reina utiliza para indicar a su personal que está lista para finalizar su conversación”.
Comenta Vickers, que si lo coloca sobre la mesa significa que quiere terminar la conversación en 5 minutos, mientras que si lo hace en el suelo, indica con ese gesto que quiere que le interrumpan para acabar la reunión.
“Es una forma muy discreta con el objetivo de no ofender a nadie”, explicaba el historiador. “En ese momento, alguien de su personal se acercaría a ella y le diría algo como : Señora, el arzobispo de Canterbury le gustaría mucho conocerla”.
A pesar de que su bolso es el principal elemento para comunicarse por señales con sus empleados, el gesto más importante lo hace con su anillo de boda: “Cuando la reina lo hace girar, significa que necesita ser rescatada inmediatamente”.
A pesar de la curiosa imagen entre la reina y el flamante primer ministro, no es la primera vez que posa de forma similar acompañada de este complemento junto a otros dirigentes. La misma instantánea, ya se repitió en 2016, cuando recibió a Theresa May para ser investida primera ministra.