La escritora Ana Viladomíu, única habitante del icónico edificio de Barcelona, Patrimonio de la Humanidad desde 1984
El pasado 13 de marzo, cerró al público por las medidas adoptadas en España por el Covid-19, el edificio construido en 1906 por Antonio Gaudí en el Paseo de Gracia barcelonés, y en el que no existe ninguna línea recta. Un edificio que es visitado por 3.000 turistas diarios, ahora en silencio solo roto por las pisadas de la única inquilina que habita el enorme piso de la cuarta planta del edificio, propiedad de la Fundación Catalunya-La Pedrera; recorriendo el piso-museo de época se muestra a los visitantes cómo vivía la alta burguesía catalana en los inicios del siglo XX. La impresionante buhardilla que reproduce el interior de un enorme pez que alberga es Espai Gaudí que da una visión distinta de la casa.
Ana está totalmente sola en el edificio, tan solo acompañada en el vestíbulo de entrada por los vigilantes de seguridad, pero no tiene contacto con ellos. No solo porque vive en el edificio desde hace más de 30 años, sino que su tercera novela, (La última vecina, Roca Editorial) narra la historia personal de Martina Meseguer, su alter ego de Viladomiu, sumida en una crisis de pareja, junto con los trabajos de restauración del edificio y las historias, anécdotas y confidencias que le cuentan antiguos moradores de la finca.
Le sorprende el silencio “En La Pedrera hay mucho ruido siempre, los visitantes recorren el edificio, incluso llaman a mi puerta para visitar mi casa, ahora nada; el silencio es tal, que cuando camino escucho mis pasos y casi me asusto”. Pero esto no quiere decir que eche en falta a los turistas “Nunca han sido un problema para mí, me siento acompañada, pero la verdad, es que para nada los echo de menos”.
Eso sí, tiene claro lo que hará cuando pueda franquear el umbral de este increíble edificio, se marchará temporalmente a visitar y abrazar a su familia.