Thomas Cook, fue el primer empresario que creó un viaje organizado en 1871.
Con el paso de los años, creció hasta convertirse en el segundo turoperador mundial, hasta hoy. Las negociaciones con su principal accionista fracasó provocando la quiebra de la compañía.
La empresa británica con una plantilla de 22.000 personas, ha dejado tirados a 600.000 turistas en lugares de todo el mundo, sin posibilidad de regresar a sus casas. El primer ministro inglés y su gobierno se ha puesto manos a la obra para repatriar a todos los británicos que no pueden regresar a sus hogares. Tras siglos funcionando, la empresa pionera en el turismo toca a su fin.
Su disolución que afecta a sus filiales, intentan sobrevivir como es el caso de la compañía aérea Condor, que ha recibido del gobierno alemán unos 400 millones de dólares para afrontar su separación del proceso de bancarrota de su matriz y mantener su actividad como compañía independiente.
Esta aerolínea con base en Frankfurt recibirá esta financiación de emergencia si es aprobada por la comisión europea. Para este pago el Lander de Hesse, sede de la compañía se ha ofrecido a asumir el 50% del riesgo, hasta 200 millones de dólares, con tal de garantizar su actividad.
Los motivos que esgrimen los alemanes desde su gobierno central y regional, son dos: los turistas y los trabajadores, ya que de Condor depende la vuelta de más de 240.000 turistas y evitar que se pierdan 5.000 empleos que son los que actualmente trabajan en la línea aérea. Otras filiales que quieren continuar su actividad ahora como propia son Airlines Scandinavia, Spies, Tjareborg, Ving o Globetrtter.
Condor defiende que son una empresa rentable y que su decisión de continuar está basada en motivos empresariales y no políticos. En el pasado Air Berlin recibió un préstamo público de 150 millones de euros y en 2017, la fue la segunda compañía aérea alemana quebró, eso sí, afirmaron que pagaron su deuda.