La Superliga cumple este lunes su primer año de vida y se mantiene como un caso abierto, pendiente de las actuaciones del juzgado madrileño en el que los clubes impulsores denunciaron el monopolio de la UEFA y de la FIFA y también del pronunciamiento del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) al respecto.
La palabra del tribunal europeo será clave para el procedimiento que lleva a cabo el juzgado de lo Mercantil número 17 de Madrid, que fue el que le planteó esta cuestión prejudicial al TJUE cuando los impulsores presentaron una denuncia por abuso de posición dominante de la FIFA y de la UEFA, al impedir competiciones fuera de su ámbito.
El caso espera en breve que la titular del juzgado madrileño se pronuncie también sobre las medidas cautelares pedidas por los denunciantes, que desde el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) se anunciaron para después de Semana Santa, tras la vista celebrada sobre las mimas a principios de este mes.
Aunque ya cuando los clubes demandaron hace un año el juzgado otorgó la medida cautelarísima -sin escuchar a las partes-, que ha evitado la adopción de las sanciones que la UEFA trató de imponerlos, su mantenimiento está pendiente del fallo judicial.
Lo que ya ha fijado la juez Sofía Gil García, que reemplazó el pasado otoño al titular del juzgado que inició el procedimiento, Manuel Ruiz de Lara, y que fue recusado sin éxito por la UEFA y LaLiga, es la audiencia previa al juicio del caso para el próximo 14 de junio.
En una diligencia del pasado 8 de abril, la jueza cita a las partes para intentar un acuerdo o transacción entre las mismas, que ponga fin al proceso, y de no ser así para fijar con precisión el objeto del mismo y proponer y admitir pruebas. También informa de la posibilidad de recurrir a una negociación para intentar solucionar el conflicto, incluido el recurso a una mediación.
La diligencia, además, declara a la FIFA en situación de rebeldía procesal, por no haber comparecido dentro del plazo para contestar a la demanda, y advierte al organismo de que no se llevará a cabo ninguna otra notificación hasta la resolución final del proceso, en el que se ha admitido la personación tanto de LaLiga, como de la Federación Española de Fútbol (RFEF), como partes afectadas.
Estas actuaciones del juzgado y la iniciativa ciudadana del colectivo “Football Supporters Europe” (FSE), para instar a la UE a proteger a “los clubes, sus comunidades y las competiciones”, con los lemas “no más superligas” y “el fútbol es un bien social que pertenece a todos”, son las más recientes en un conflicto latente desde hace doce meses.
La medianoche del 18 de abril de 2021, cuando la Liga española cerraba su trigésima primera jornada, doce clubes europeos -Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Juventus, Milán, Inter, Liverpool, Manchester City, Chelsea, Arsenal, Manchester United y Tottenham- le dieron nombre y forma al oficializar su creación a partir de la temporada 2021-2022.
Con el argumento de responder a la inestabilidad del modelo económico del fútbol europeo, el proyecto planteaba empezar a funcionar con 20 equipos- los fundadores, tres invitados y cinco que se clasificarían anualmente por rendimiento-, con partidos entre semana para respetar las competiciones nacionales.
Aunque meses antes ya había cierto ruido, porque el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, había pedido una reforma urgente del fútbol para adaptarlo a los nuevos tiempos, y tanto la FIFA como sus confederaciones -UEFA, AFC, CAF, Concacaf, CONMEBOL y OFC- declararon que no reconocerían a una competición en Europa restringida a ciertos clubes, el anuncio provocó una auténtica tormenta.
La amenaza de posibles sanciones por parte de la UEFA horas después coincidió con la presentación de una denuncia en el juzgado de lo Mercantil número 17 de Madrid por parte de los impulsores -A22 SPORTS MANAGEMENT, S.L. y EUROPEAN SUPER LEAGUE COMPANY S.L.- y con la reacción sobre todo de los aficionados de los clubes ingleses, que salieron a la calle para protestar contra el proyecto.
Estas protestas, además del rechazo también de la Asociación Europea de Ligas (EPFL), el Foro Mundial de estas (WLF), la Asociación Europea de Clubes (ECA) y el sindicato de futbolistas profesionales (FIFPRO), precedieron a la renuncia de los clubes ingleses, junto a dos italianos, Milán e Inter, y un español, Atlético de Madrid.
Desde entonces, la Superliga subyace en cualquier foro futbolístico y las opiniones de las partes se mantienen enfrentadas e incluso hastiadas, como ha llegado a decir el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, que se definió “harto y cansado de un proyecto que no tiene nada que ver con el fútbol”.
“Los clubes de la Superliga viven en un mundo paralelo”, dijo recientemente, mientras Florentino Pérez ha insistido en que “la Superliga es libertad” y “un proyecto para que los clubes” sean dueños de su destino”, un destino que sigue lleno de incertidumbre.